miércoles, 27 de enero de 2010

Valencia Siete nº7

LA QUINTA COLUMNA

¿QUÉ HAY DE NUEVO, AÑO?

Año nuevo, vida nueva. Topicazo entre topicazos. A parte de la nueva ley anti-tabaco, que por fin a los no fumadores nos va a dejar disfrutar de un buen restaurante y de un buen vino –valenciano, por supuesto-, poca novedad en el frente. Ha saltado y sigue saltando la falsa progresía encarándose con la nueva ley y reivindicando la rebeldía de fumar en público y en la tribuna un cigarrillo de importación. Y mira que el presidente Rodríguez dijo que fumar era de derechas...
Nuestro Estatut sigue sus andadas, con las andanadas de los grupos minoritarios e irreales –al menos en estas latitudes, como ERC-ERPV- y salvándose del contagio vírico de la tramitación del catalán. ¡Que para eso nosotros llegamos antes! He sido defensor a ultranza de que la valenciana fuera la primera reforma presentada, por diversos motivos: para desquitarnos de ser en los ochenta el último estatuto aprobado, para liderar este nuevo proceso y para no caer en la trifulca mediática que se iba a armar con la reforma catalana. Salvarnos de la marea, quiero decir, ya que nuestra sociedad valenciana ha padecido muchas heridas en ciertos temas sobre su identidad y reconozco que aún no está curada de espanto. Así mejor no liarnos con los temas de nuestros adorados vecinos y el personal de aquí abajo pues más tranquilo.
Con todo no lo hemos conseguido. No ha valido el mega-pacto PPCV-PSPV ni la amplia, aunque con sordina, mayoría social sustentadora del acuerdo (empresarios, sindicatos, sociedad civil inexistente...) y dos gaznates subidos de tono nos han aguado la fiesta, y cada cual desde un extremo. Sí, hablo de Jiménez Losantos y de Alfonso Guerra. El primero vociferando con la paralización de nuestra iniciativa para así inhabilitar a la catalana, además de lanzar exabruptos falsos respecto la inmersión lingüística y la imposición del valenciano –ojalá fuera así, pensamos algunos... que un poquito de apoyo a nuestra lengua propia no vendría nada mal-. Y el segundo, rememorando viejas hazañas parlamentarias allá por la transición que nos han supuesto a todos los valencianos acceder a la autonomía por la vía lenta (ya que éste señorito andaluz decidió que así fuera después de dejar arregladito lo de su tierra) enquistándonos a nuestro proyecto el adjetivo de incostitucional, aunque por todos ha sido reconocido nuestra leal, honesta y blanda reforma estatutaria. Demasiado blanditos, tal vez...
Por no hablar del agua. Que nos desayunamos cada día con nuevos proyectos faraónicos de la cargante Narbona, que si regadíos en el desierto de Los Monegros –dónde la eficiencia económica de lo que allí se plante dejará mucho que desear- o transferencias hídricas a la provincia de Lleida por valor de ¡dos trasvases del Ebro a la Comunitat Valenciana!. La única agricultura competitiva y sin subvencionar es la mediterránea, y ella es el destinataria de todos los ataques y torpedeos de nuestro querido “desgobierno” central. Buena política socialdemócrata, sí señor.
Aunque hecho de menos por aquí el enfriamiento en esta reivindicación. Muy nuestra esta actitud de desinterés y pasotismo. Parece que a día de hoy sólo nuestros hermanos en pesares de la Región de Murcia mantienen la llama del “Agua para todos”. Una pena, como lo del AVE o la pérdida de fondos europeos. Pero estas desgracias las dejamos para la semana que viene, esperando que nos las traigan los Reyes Magos.

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