martes, 24 de agosto de 2010

Valencia Siete nº34

LA QUINTA COLUMNA


¡GRANDE BENEDICTO!


Dejados pasar unos días para sosegar las emociones y así intentar equilibrar y atemperar las opiniones de uno, me dispongo a compartir con ustedes, amantísimos lectores, mis apreciaciones sobre la visita de Su Santidad a nuestra Valencia. Nuestra capital ha estado a la altura de las circunstancias convirtiéndose ya en una gran capital mundial capaz de acoger y organizar eventos de dimensiones espectaculares. Nuestra RTVV dio de nuevo en el clavo y retransmitió de una manera ejemplar toda la estancia papal. Y dejo para plumas más avezadas y brillantes la denuncia de las injustificadas campañas contrarias a la venida de Benedicto XVI a nuestra tierra (como hace semanas ya demostró con lucidez extrema mi colega de página por el flanco izquierdo Enrique Arias) o de las pírricas críticas de los de siempre a nuestra televisión autonómica. Los complejos de inferioridad algunos no los superan, vaya...
Yo disfruté de un Papa cercano, afable, divertido y humano. Próximo a la gente y con ganas de compartir sus esperanzas y sus desvelos. Y fuerte y claro en la legítima defensa de la doctrina católica, en unos tiempos contagiados por el relativismo más egoísta, individualista y dictatorial. El mensaje cristiano combate ese pensamiento único que nos quieren imponer basado en el hedonismo irresponsable a ultranza, en el maniqueísmo arrollador sin miramientos y en la total falta de valores éticos y morales guiadores del tránsito de la persona por su vida.
Una pena que sea ZP el que promocione esta deleznable manera de construir la sociedad. Parece que se empeña en hacer el ridículo siempre que tiene oportunidad, por que ya me dirán ustedes que eso de no asistir a la eucaristía celebrada por el Papa tiene bemoles. Parece que le venció más el miedo escénico y no se atrevió a dar la cara ante los valencianos, vilipendiados por su “desgobierno” central; y ante los católicos, insultados por su afán de arremeter y ridiculizar todos los valores definidores de la Iglesia Católica.
No puede primar sus concepciones personales a su papel de presidente “de todos” los españoles, en su amplia mayoría católicos, apostólicos y romanos. Prima la anécdota, la minoría, la diferencia, y a la par ataca, insulta y ofende a la mayoría social, silenciosa y creyente. Ni Castro en Cuba, ni Ortega en Nicaragua, ni Jaruzelski en Polonia fueron tan sectarios y tan paletos... Eso sí, que se pida su “collar de perlas con una cruz colgando”, que a Sonsoles le hará mucho papel... Papel mojado es lo que quedará de sus ominosos años en La Moncloa. Amén.