lunes, 12 de abril de 2010

Valencia Siete nº18

LA QUINTA COLUMNA

RESACAS VARIAS


En eso estamos. Después del semanón fallero, con el sorpresón de los premios de la sección especial incluidos (los míos, los pobres o confederados de la Asociación de Fallas de Especial -AFE-, que hemos sacado un cuarto y un sexto premio, por delante de comisiones millonarias y de larga tradición en la Champions fallera), recuperados anímica y físicamente, va y nos adelantan un mes la ratificación de nuestro Estatut y además, aparece una encapuchada sin la voz distorsionada y nos anuncia un alto de los disparos etarras. Vaya semanita y con resaca. Pero vamos por partes.
Lo primero es lo primero. Cuando ustedes amablemente lean estas palabras el lunes de esta misma semana Les Corts Valencianes por fin habrán ratificado la reforma de nuestro Estatut d’Autonomia. Jornada de emoción y alegría para todos y cada uno de los buenos valencianos que habitamos por estas latitudes. Y me niego a nublar la dicha y la efemérides histórica que representa por la tan manida barrera electoral. Coincidiendo con maestros como Franch, Martínez Sospedra y Aguiló (rememorando así el triunvirato del glorioso ensayo “Volem l’estatut” allá por la transición) la rebaja del listón electoral hubiera supuesto una democratización de la representación institucional valenciana, pero sólo este argumento no puede ni debe invalidar el éxito que supone el nuevo Estatut que los valencianos nos hemos dotado, con el apoyo de más de noventa por ciento tanto de nuestro parlamento autónomo como de las cortes generales. Compañeros patriotas, la barrera se supera corriendo más rápido y saltando más alto. Ni más ni menos.
Éxitos como la disolución anticipada de Les Corts, conquistando así la autonomía institucional y política plena; la recuperación de nuestro derecho propio histórico, constatando directamente la supresión y superación del Decret de Nova Planta que en 1707 nos sumió al Pueblo Valenciano en la larga noche de la decadencia y la sumisión “por justo derecho de conquista”; o la consideración del idioma valenciano como nuestra lengua propia y diferenciada, prestigiada ya, de una vez por todas, con la oficialización del organismo lingüístico valenciano y para los valencianos, mi querida Acadèmia Valenciana de la Llengua. Pienso que cualquiera de estos tres elementos bien valen una misa, a saber, bien valen que la reforma estatutaria valenciana haya llegado a buen puerto. Brindo y brindaré por ella siempre.
Tema diferente es el anuncio de alto el fuego de ETA. Frívolo que es uno, no está en mi intención analizar la situación de una manera rigurosa y factible. Doctores tiene la iglesia que ya llevan una semana ilustrándonos sobre el tema. Sólo me permito, guardándome el derecho a volver a escribir sobre ello una vez pasen estas primeras lides, indicar que me opongo a la equiparación del conflicto del Ulster con Euskadi. Aquel era un conflicto social donde los católicos no tenían derecho ni a la propiedad, ni al acceso a la universidad, ni a la representación política igualitaria, etc. Mientras que los vascos han gozado, gozan y gozaran del mayor autogobierno conocido en la vieja Europa. Deseo que la paz llegue y pronto, pero no a un precio que justifique las tres décadas de existencia de la banda etarra, la sangre y el terror. Si se les premia no será una buena solución. Y claro que deben existir vencedores y vencidos, los primeros las víctimas y la sociedad, los segundos los asesinos y sus cómplices.

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